mar
2016
Esta semana, se anunciaba el descubrimiento de una bacteria capaz de comer plástico PET, lo que abre las posibilidades de reducir la polución de este material en los océanos de una forma económica y sin efectos secundarios. El microbiólogo Juan Carlos Gutiérrez y su grupo en la Universidad Complutense de Madrid trabajan por encontrar algo parecido para la contaminación por plomo.
Este tipo de residuo, como otros metales tóxicos, genera una contaminación persistente en el tiempo, “ya que los metales no son biodegradables, aunque sí se pueden biotransformar por algunos micro o macroorganismos, siendo el metal biotransformado, a veces, más tóxico que la forma original”, dice el investigador.
El plomo, junto al cadmio y el arsénico, es uno de los metales más persistentes en el suelo. Según la Organización Mundial de la Salud, se va acumulando en el organismo afectando a diversos sistemas, con efectos dañinos especialmente en niños.
“En nuestro grupo de investigación desde hace años trabajamos en el análisis de la interacción ‘metal-microorganismo’, utilizando el protozoo ciliado Tetrahymena thermophila“, dice Gutiérrez.
Uno de los principales logros de estos científicos fue obtener cepas adaptadas a elevadas concentraciones de plomo, cadmio o cobre. “El proyecto que presentamos en Precipita consiste en evaluar la cepa adaptada al plomo con la finalidad de utilizarla en biorremediación”, dice Gutiérrez. Así, el protozoo acumularía el plomo eliminándolo del medio y excretándolo de una forma no tóxica. Además, como la cepa no ha sido modificada genéticamente, sino entrenada para acumular cada vez más plomo, no generaría problemas adicionales de liberación al medio.
¿Por qué Precipita?
“Hace unos cuatro años que, a pesar de solicitar proyectos en las sucesivas convocatorias del ministerio y obtener una buena calificación en el proceso de revisión, no se nos concede financiación alguna”, explica Gutiérrez. “Estos últimos años hemos seguido trabajando, publicando y pagando las facturas generadas de la actividad investigadora gracias a pequeñas ayudas de la universidad o al propio dinero del director del grupo”. La situación para investigar se volvió económicamente insostenible, lo que les llevó a recurrir al crowdfunding.
En cuanto a sus estrategias para lograr la recaudación mínima, el investigador dice que “lo hemos dado a conocer a colegas, amigos y familiares, y también estamos contactando con empresas medioambientales, fundaciones que pudieran estar interesadas en hacer una donación e incluso el rectorado de nuestra universidad”.
Fuente: Blog de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología